No me imagino viviendo muchos años. Tampoco teniendo hijos, bastante tengo ya con los libros que he parido. Pero dado el caso de que así suceda, y llegue a vieja y tenga -por fin- el pelo blanco: espero haber sembrado lo indicado, para que en la cosecha alguien me sostenga de la mano cuando ya no pueda ni conmigo. Y que no me internen ni en un geriátrico, ni en un hospital. Sino que me acerquen al escritorio y me ayuden a ordenar los papeles. Espero despojarme de prejuicios y machismos, que nos inoculan desde que nacimos. Y ser una mujer con "algo para dar" que no intoxique, ni deprima. No ser "verde" ni "violeta". Quizá "blanca" o "naranjita". Pero dar algo, en una charla a lenguaje tendido, o en un abrazo absoluto. De esos que le salen a raudales a los que heredaron el contacto físico, entre otros, como uno de los infaltables lenguajes del amor. No me imagino viviendo muchos años, pero si eso pasa, será el porfiado de Dios, nomás, que me quiso exprimir hasta la última gota. O hasta el último verso. Que es casi lo mismo. Porque ambos llenan almas y vasos.
🖊️ Agustina Ferrand

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