miércoles, 26 de noviembre de 2025

Sigmund Freud: ¿Cuál es tu propia parte en el desorden del que te quejas?

Si fuésemos, realmente, conscientes de que el otro no es un objeto... sino un espíritu encerrado en un cuerpo, quizá seríamos más cuidadosos a la hora de acercarnos.

Puede que fallemos, a menudo, en los tratos. Pero nunca es tarde para firmar nuevos papeles y hacer consciente lo que antes pasaba desapercibido.

Que si me enamoran, yo también soy capaz de enamorar. Entonces medir el intento o el impacto.

Que si hay agua o fuego en mis bolsillos, yo también puedo quemar o inundar. Entonces con las manos hacer un cuenco. Pa' recibir lo que vuelve, después de la chispa o el baldazo.

Ser, en demasía, claros y sujetados por nuestros deseos... puede que nos acerque y exija control, al mismo tiempo.

Es decir: si sé que quiero algo, voy a tratarlo con sumo cuidado y acercarme como quien se acerca a un niño recién nacido. Sabiendo que el más leve descuido puede descuidarlo.

Eso también es amar.

No descuidar -ni mucho menos ilusionar- si no vamos a hacernos cargo, del espíritu y del cuerpo, del otro (o la otra) que también senti-piensa y es parte, ineludible, de las consecuencias de nuestros actos.

Cuando lo asimilo, puedo perdonarme la vida y ser alguien completamente distinto.

Alguien que seguramente volverá a equivocarse. Pero ésta vez con mayor, o mejor, aprendizaje.

Te deseo que si no vas a usar algo lo dejes donde está. 

Y que toda la claridad del mundo te invada, por los cuatro costados. Primero en vos y después en los demás.

Nunca es tarde para ordenar un desastre.

Hacer nuestra parte será la osadía.

Y por qué no... el alivio que nos cura.

🖊️ Agustina Ferrand



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