¿Qué decimos cuando decimos "de a dos"? ¿Para qué pretendemos florecer acompañados? ¿Soy una persona que puede aportar algo al otro, o a la otra? ¿O sólo voy a acomodarme en "el pedir" demasiado? ¿Qué escuchamos cuando reproducimos las canciones del momento? ¿Hacia qué lago nos arrojan? ¿Somos patos de confianza? ¿O habrá que ir a buscar la complicidad al pasado? ¿Generamos el ángulo perfecto para que la conversación sea bienhechora? ¿Cuál de todas las palabras, dichas o escritas, subrayamos? Puede que lo que busquemos, en el fondo, no sea más que un testigo. O un juez, "sino para qué todo", como decía Idea Vilariño. Alguien que nos observe, sea elocuencia o monería. Puede que se nos complique la solidez si todo se nos diluye entre las manos. O puede que de tanto amar a alguien los demás no sean más que botes que nunca llegan a ser barco. ¿Qué es lo que pretendo cuando pretendo? ¿Bajo qué lluvia voy aprender a dejar ir al solcito? ¿O en qué poema el sol advirtió que, de igual manera, siempre volvería? No se trata sólo de la princesa enamorada. Hay que correr el velo y ver al sujeto de amor, que nosotros mismos sujetamos. Darle el juego limpio para que ensucie la cancha. Y aún así elegirlo, enamorarte más, o "a pesar de" soportarlo. No hay nada más revolucionario que elegir un sapo, entre tantos. Aunque después del beso siga siendo sapo. Y si yo le hago el comentario de Disney no es por otra cosa que no sean mis propios errores. Quizá lo que necesitamos nosotros -no los solos, sino los soleados- es ordenar, aún más, lo cotidiano y lo extraordinario. Para que cuando toquen el timbre haya alguien. Y acá pongo un punto. Para que se abra lo que sigue. Y así jugar el juego infinito del lenguaje. Que si una palabra es una hormiga: tiene que llegar con vida al hormiguero. Y si la hoja que yo elijo es muy pesada será porque, quizá, me creo capaz de manejar lo enorme. Y si lo creo quizá es porque puedo. O será, nomás, que me escribió Borges. Y entonces mi casa es irreal, porque vos nunca la viste. El amor es una amenaza de muerte, por eso está en el centro de la mesa, incomodando. Si lo corro puedo tener más espacio, pero nadie va a embellecer los espacios tanto como él.
🖊️ Agustina Ferrand

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